Otro. El número trece, curioso éste, que tan pronto da mala suerte como buena suerte. Un número ambivalente donde los haya. Y que tiene que ver con los humanos este numerito tan singular? (singular, por aquello de que es primo).
Podría, tirando del hilo selenita, hacer una referencia a los meses lunares. La Luna, nuestra compañera celeste más próxima, realiza trece vueltas alrededor de la Tierra mientras la Tierra realiza una vuelta alrededor del Sol. Vamos, que en un año hay trece lunas llenas y trece lunas nuevas.
Si te tocó vivir en un lugar en el que la Luna tiene una componente oculta y terrible, (suele darse en los lugares donde dominan determinadas religiones), el número trece lo verás como sinónimo de mala suerte. En cambio, si te tocó un lugar en el que la Luna es vista como una influencia positiva (suele darse en lugares donde dominan otras determinadas religiones), el número trece será visto como portador de buena suerte.
Según esta interpretación (personal y nada científica), la religión es la que, de una u otra manera, marca la relación de los seres humanos con el número trece. Bueno, puede que sea así o puede que esto sea una soberana g....... Chi lo sa!
El diez es otro número que nos marca. Nuestro sistema de numeración principal, el sistema decimal, el cual aceptamos actualmente como el más válido y plausible, se basa en el número diez. Tenemos todo un sistema apoyado en esta cifra como forma de operar con los números que representan cantidades, unidades de medida y otras lindezas al uso.
Aquí, parece que el origen es bastante ‘claro’. Salvo excepciones, el ser humano tiene diez dedos entre ambas manos (cinco y cinco es el caso más frecuente). Uno diría: -es la forma más lógica de contar para todo-. Además, la tecnología matemática que manejamos está inicialmente basada en este sistema, y las operaciones que con números se pueden realizar, están desarrolladas sobre esta base numérica.
Pero, como forma de contar, no es la única base numérica humana. Los mayas, entre otros pueblos, empleaban la base vigesimal, ya que incluían los dedos de sus pies en su capacidad enumeratoria, lo que les posibilitaba llegar hasta veinte sin emplear utensilios, lo que denominaríamos ‘tecnología matemática’. Para ellos, el diez era la mitad de veinte; para nosotros, el veinte es el doble de diez. Y aunque es igual, no es lo mismo.
Un detallito musical, para acompañar la tecnología matemática.
http://www.youtube.com/watch?v=ZwCt0YQPn7g
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